« (…) aburrimiento… aborrecimiento… ab horreo… horror. »
Según Humberto Giannini el aburrimiento como horror de sí lleva al hombre moderno a una fuga permanente. A huir del aburrimiento para no encontrarse con su propio vacío. Nuestro aburrimiento tendría un antecedente « arqueológico » en la acedía, en « el demonio de mediodía », del que se creía eran víctimas los monjes del desierto a comienzos de la era cristiana y más tarde durante la Edad Media. A su vez, « el demonio de mediodía » no deja de recordarnos la « litost » de Kundera, la « sumisión » de Winnicot o el « taedium vitae » de la Roma antigua. Ver más abajo una reflexión sobre las citas de Giannini. Ver también « Pascal sur le divertissement » , « Besnier sur la zombification« , « Baudelaire sur l’ennui« , Mann sur la liberté de décider.
« (…) aburrimiento… aborrecimiento… ab horreo… horror. El parentezco entre estos términos lo encontramos casualmente en un texto del siglo XVIII. Al enumerar algunos giros de contenido metafísico que circulaban en el italiano vulgar de su tiempo —muchos de origen español— Giambattista Vico cita este como ejemplo : « Aborrimento del vuoto ». Textualmente « aburrimiento del vacío ». Se trata allí, a no dudarlo, del horror al vacío, puesto que aborrecer (de ab horreo), más que odio, significa miedo, terror. » (p.128)
« Tenía razón Vico. Esta expresión, aborrimento del vuoto, posee una enorme carga metafísica. Porque si llegaran a suspenderse los afanes del mundo, es el horror a la nada, al sin-sentido, lo que nos hará huir nuevamente en pos de ellos.
» En resumen : la existencia humana se ha inventado una inquietante estratagema para huir del vacío, estratagema que consiste en no hacer jamás cuentas con el presente ; en romper permanentemente con él : proyectando, calculando, ocupándonos de lo que está por delante.
» (…) el empezar aburrirse nos permite volver rápidamente a nuestras preocupaciones cotidianas, éstas nos están protegiendo (…) de la presencia de ese vacío que nos horroriza : del aburrimiento mismo. » (p.131)
« De esta manera, el aburrimiento no llega jamás a ser ; como un fantasma, está siempre rondándonos (…) este aburrimiento es evasión del presente, aversión a él, el pasa-tiempo (le divertissement, de Pascal, la evagatio, de Santo Tomás), en cuanto quema, en cuanto devora y mata al tiempo (…). » (p.132)