« Cuando me cubre cumple con su deber, pero yo le noto la cintura fría como si tuviera un cuerpo muerto… »
Yerma, un nombre que ya suena como quejido. Una mujer casada sin amor, un hombre ausente, obsesionado por la honra y el qué dirán. Rodeada sólo de campo, confinada en el hogar, vigilada, Yerma sueña con un hijo que ni naturaleza ni su marido le quieren dar. Quizás para escapar a la soledad.
« El va con sus ovejas por sus caminos y cuenta el dinero por las noches. Cuando me cubre cumple con su deber, pero yo le noto la cintura fría como si tuviera un cuerpo muerto y yo, que siempre he tenido asco de las mujeres calientes, quisiera ser en aquel instante como una montaña de fuego. » (p92-93)
« Mira que me quedo sola. Como si la luna se buscara ella misma por el cielo. ¡Mírame! » (p.97)